En
la actualidad las competencias que caracterizan a los líderes que están al
frente de las organizaciones exitosas, no son exclusivamente las que están
relacionadas con su conocimiento, experiencia y capacidad técnica. Las
investigaciones han permitido concluir que lo que caracteriza a esos líderes
ejemplares es su capacidad para inyectar en otros su energía, su pasión y su
entusiasmo.
Para
tener capacidad de influir en otros, para poderlos conducir a visiones
prometedoras, se requiere partir de la capacidad para liderar la propia vida.
Esto es, el liderazgo es una fuerza que surge de dentro del individuo para
poder tener efecto en los demás.
La
inteligencia emocional del líder surge desde el interior a través de la conciencia de sí mismo y de su
capacidad para la autogestión.
Con base en estos dos dominios, puede ejercer influencia en los otros por medio
de su conciencia social y de su
capacidad para gestionar las
relaciones que le permiten contagiar a los equipos de trabajo con un
efecto multiplicador en la organización.
Con
base en su autoconocimiento el
individuo es capaz de visualizar sus metas y automotivarse para alcanzarlas
venciendo con creatividad los obstáculos que puedan llegar a interponerse. Al
estar consciente de sí mismo, de sus talentos y debilidades, de sus intereses,
de sus reacciones y emociones se encuentra en un primer escalón para decidir a
dónde y cómo quiere conducir su vida. Nadie puede motivar a otros si no es
capaz de mostrar entusiasmo, el cuál se comunica por medio de su expresión
facial, su tono de voz, su expresión corporal. Una persona capaz de motivarse a
sí misma, refleja ante los otros entusiasmo y optimismo que son contagiosos.
La
autogestión le permite al líder emocionalmente inteligente ser transparente, al
ser capaz de expresar abiertamente sus creencias y sentimientos, ser flexible
para responder oportunamente a los cambios, tener iniciativa para promover la
acción y ser optimistas al enfrentar las situaciones adversas como
oportunidades para crecer en nuevas direcciones. La conciencia social se traduce en la sensibilidad de los
líderes para reconocer sus emociones y las de otros y en su capacidad para dirigirlas
adecuadamente hacia el logro de la visión. El líder inteligente emocionalmente
dispone de un radar que le permite ser un receptor sensible a las señales que
los otros envían acerca de su estado emocional y de su nivel de motivación con
respecto a un proyecto. Posee la capacidad de escucha activa, así como la
capacidad para expresarse asertivamente, de manera certera, con base en su
auto-conocimiento y autocontrol.
El
líder creativo y emocionalmente inteligente influye activamente para generar un
clima emocional en donde permea la confianza en el que la persona no se sienta
amenazada psicológicamente. El líder genera las condiciones para que los
miembros del equipo perciban la posibilidad de tomar riesgos y de probar nuevos
caminos, requisito indispensable para la innovación.
El
líder emocionalmente inteligente cuenta con las competencias para influir en
otros por medio de la gestión de las
relaciones comunicándoles de manera efectiva el beneficio y las ventajas
que se obtendrán al encaminarse a la visión planteada. Es capaz de inspirar y
convencer a los otros. Pone en práctica su creatividad al alinear la visión
común con la posibilidad de desarrollo y crecimiento de cada uno de los
miembros del equipo.
El
líder se convierte en un catalizador del cambio capaz de mantener la motivación
en un buen nivel, reconociendo los sentimientos y emociones de las personas y
atendiendo oportunamente los conflictos para mantener la dirección de la
energía hacia el logro de una meta común.
El
bien más importante en las organizaciones está en los talentos de las personas
que las integran. Si se ignoran las emociones, y se continúa haciendo énfasis
exclusivamente en el pensamiento "lógico", se corre el riesgo no sólo
de desaprovechar esos talentos, sino de perderlos, cediéndoselos a otras
organizaciones. El desarrollo de la inteligencia emocional y de las habilidades
para la creatividad incrementan el potencial del individuo al favorecer la
conexión entre pensamiento, emoción y cuerpo. Un líder creativo e inteligente emocionalmente
es capaz de obtener lo mejor de las personas que colaboran con él, favoreciendo
su crecimiento y creatividad, abriendo múltiples vías de acción que
inevitablemente conducen, no sólo a la prosperidad de cada uno de los miembros
del equipo, sino de la organización.
Fuente Consultada:
Álvarez
de M; y otros. (2001). Paradigma del liderazgo. McGraw-Hill Interamericana de España.
Aporte:
Luisana González
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